1/10/12

No soy de cuento

Últimamente no imagino nada que no tenga mitades. Ni siquiera a mi. (folios con dos caras, cascos del Ipod, mano derecha y mano izquierda, pastillas, asientos en el tren-los hay de cuatro y de tres, lo sé, lo sé- pies, ventanas, día -luna y sol-, uña y carne, el ying y el yang, opiniones, políticos...)
La última noche que te encontré tenías un pijama de cuadros y una taza de café. Tú, que no soportas el olor a esa planta. Algo te está transformando y da miedo. Perdón, no quiero escribir la palabra "miedo", sino la palabra "morbo". Mi habitación huele a canela. Tú, que eres mi afrodisíaco favorito.

No quieres hablarme, ni mirarme, ni darme la mano al cruzar el paso de cebra. Dices que eres kamikaze, que no eres bueno para nadie. Y yo que soy un torbellino de deseos, no creo que eso sea así. Apenas me dejas conocerte y hablas de lo que es malo para mi. Deberías arriesgarte, a veces se gana mucho más de lo que se pierde; si es que pierdes algo conmigo (aparte de los pantalones y el pánico a que te quieran). En mi cuarto retumba una frase cada vez que tus duendes me dicen que no me convienes: "Ven, que te voy a enseñar lo que es ser mala para alguien."

Precisamente esta noche, en estado de alta tensión, empiezo a entenderlo todo. Te gustan las noches enteras, para ti no hay medianoche, dices que eso es de cobardes y las princesas dejan de ser princesas en los cuentos... Prefieres los amaneceres cálidos tras una noche fría recorriendo el tren de mi columna. No sabes de poemas, pero escribes versos en las paredes. Me susurras al oído por el pánico a que te descubras enamorándote de mi. A veces me miras y sientes que te ves reflejado. Me falta aliento para hablar de ti, me sobran ganas de quererte. Eres de los que piensan que la mayoría de la gente está muerta, y que cuando se acerca el frío se congelan más. Andas por el tren y caminas al lado de cubitos de hielo. Adoras sonreír para así descongelar miradas atrapadas. Lees cuentos de niños por la noche y haces el amor en los parques. Lanzas al aire hojas de colores escribiendo en los andenes historias de pasajeros sin nombre.

No escribo canciones desde que te escucho entre mis sábanas. Aprende a decir "sí" igual que yo necesito estudiarme la palabra "no".

"Yo ya NO quiero ser princesa. Soy más de la una que de las doce desde que el corazón se me encoge cada vez que me dices quédate."

El otro día me caí de la cama en la que estaba soñándote, Octubre.

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