26/2/14

De pronto
todos los cristales de la ciudad brillan.

Si no eres tú,
dime, ¿quién me mira a la hora del desayuno?

He olvidado que a las personas
no les hace falta ojos para ver,
ni llorar para estar tristes.

Si duele más una despedida a medias
que en medias;
si un banco vacío
es un pañuelo olvidado.

No es nieve, es mi corazón.

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