5/6/12

Recrearte

Después de tantos segundos, minutos, horas, días, meses, años, sin olernos los deseos e indagar entre los recovecos de tu mar, me busco y te encuentro.

Me oprime el pecho. Me quema hasta el humo del cigarro.


¿No lo notas?


Es el calor ardiente entre tus manos y mis gestos, retorciéndome como una gata en celo.


-Si duermes conmigo, -te dije- no quiero heridas ni costras al despertar, por favor. No veas lo que escuece el agua oxigenada quemando en mi piel cuando me voy. Cicatrices que nunca cicatrizan, tatuajes en el interior, manchando todos y cada uno de mis órganos.


Si en el arte de amarte he sido la más cobarde, y lo peor de todo, lo más horrible de esta historia, es confirmarlo con esa exactitud cada segundo que paso entre estas cuatro paredes.


-Ven, acércate -susurré.


Y te quitaste esa camisa, la ropa no debe tener sitio en esta noche calurosa de verano. Nos cubrimos de amor con palabras bonitas. Y me miras. Y me mimas. Y yo te digo que no hace falta que me piropees, ya no me creo ni una sola palabra. Hace tiempo que he aprendido a desconfiar hasta de mis propios pies, que no saben, los muy estúpidos, ni hacia dónde se dirigen. ¿Sabes una cosa? A veces, cuando estás dormido entre mis brazos, ronroneo sin parar, estoy suave y acaricio la felicidad con la punta de mis papilas gustativas.


Entonces es el momento en que tú pronuncias algo, con ese tono de voz que tanto me gusta:


-Prométeme creerte esta noche, no mis palabras, sino mis manos, mi sudor, mi olor, el ronroneo, los beatles sonando en el salón y tu vaso de whisky lleno de borrachera entre mariposas, o vale, al menos, capullos como yo. No busco enamorarte, tan sólo recrearte. Crear una sonrisa con permanente de mil colores, casi como un arco iris y que vuelvas a creer en ti.


Y no tienes nombre,

no quiero darte ese (dis)gusto,
podrías ser tantas personas...

Otra vez ha vuelto a suceder...me quedo muda de sentimientos cuando las sábanas se colocan, cuando el caos se desvanece y ya no hay desayunos en mi cama.


Es entonces cuando pienso en la palabra, "recrearte", y me parece todo un campo lleno de tulipanes de esos que existen en Holanda (que no he llegado a oler), unas manos bonitas, una guitarra acústica, y un paseo en nubes. Lo importante es lo que sientes, hablo de la intensidad, no de cómo sucedió. Sintámonos fuerte.


Recordar, sonreír al hacerlo.


Cojo mi cuaderno y comienzo a describir (te): 'Fue efímero. Un chico con una sonrisa que iluminaba ciudades enteras. Era él. Y supo hacerme feliz esa noche y todo lo que vino detrás (aunque su cuerpo físico no se deslizara por mis piernas). Hoy sólo puedo darle las gracias por hacerme creer en la ilusión, en los momentos y en los encuentros inesperados con gente fuera de lo que ellos llaman "normales". Nunca me gustó ser normal. En los pequeños detalles está la inmensidad, aunque suene contradictorio. "Hola mundo, he revivido y vuelvo con ganas de comerte a cucharadas." Y de amar. Y creo que se ha colado un grillo en mi habitación. Dice que ha vuelto a cantar, que llevaba escondido mucho tiempo en mi cajón.'

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