Quiere versos. Y en una noche oscura e inusual se conocieron. Ella llevaba el vestido azul, ése que tanto odia. Él buscaba algo de calor, ella alguien con quien mantener una conversación más de veinte minutos seguidos. Hacía tiempo que anhelaba unos besos de ascensor (de esos que te hacen ascender sin pulsar ningún botón), una mirada en cada esquina, un baile bajo la lluvia y un hombre en su cama. Lo peor de los amores de una noche es que se acaban y que al amanecer tienes que ver la realidad de nuevo. Caerte de las ramas (o nubes). Él no es perfecto (fuma cigarrillos después de amarla) y ella no cumple los requisitos básicos para una relación de larga duración (es un poco maniática y no soporta a los Rolling), aunque es buena, muy buena en el papel de ser mujer. Al fin y al cabo, ¿quién se salva eternamente? Escríbeme poemas. Y cuando yo ya no esté, forra la casa con ellos, haz que me sienta más viva que nunca y cómprate un vinilo de los Beatles cada domingo.
¿Significa huir irme de ti? ¿Besar hacia delante? Huir es, por ejemplo, avanzar hacia un momento en el que recordar no duela de verdad, que sean las cenizas (y caricias) de tu pelo llevadas por otro amanecer hasta las orillas más profundas de tu bañera. No me voy de ti, me voy contigo, lejos, en paralelo, y en sentido opuesto. No somos perpendiculares, somos paralelos. Bastante lelos sí. A veces me encuentro algo estúpida hablando de ti, sé que nunca podrás entenderme, ni amarme. Recuerdo que me dijiste 'quédate' tirado en el sofá, con la esperanza puesta en el reloj. Pero yo ya no estaba ahí.
Las caricias se camuflan entre los suspiros de la gente, las mejillas se sonrojan cuando en el mercado de siempre se encuentran dos personas.
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