13/12/12

Sálvese quién pueda



Ya no sé si quiero que me salves. Estoy bien así, me gusta ponerme a prueba constantemente, y después, hundirme. Te dejaré una nota en el salón. Averígualo, y luego, si quieres, lo gritas desde la ventana. Quien dice desde dice bajo. Y yo subo a verte. No me apetece descubrirte el secreto. Se me enfría el té a falta de abrazos. Tú siempre has sido más de tropezar, yo en cambio caigo y recaigo, como quién no sabe bien dónde dejó las llaves al entrar en casa y las lleva en la mano. Maldita despistada. No puedo salir de aquí sin mí.


Y hay un gato en el descansillo, que dice que se va de casa. No aguanta más el olor a atún de tus pestañas cuando despiertas entre mi pelo y no te puede ni tan siquiera lamer. Dice que se muere de hambre al verte amanecer hecho un ovillo enredado en mis dedos. Que no sabe si volverá a soltar una sola bola de pelo por tus huesos, ahora que te desdibujas para mí. Que arañaría tu corazón para meterse dentro. Y te maullaría cada mañana desde el interior, como quien acaricia con sonrisas.

Lo que nadie te contó es que los gatos no soportan la humedad del agua y mucho menos las babosas.

Me has dejado deambulando, de tejado en tejado.

No me pidas que no beba,
ni vuele,
ni sienta.

Desde que ya no entro en casa, he aprendido a soportar el frío polar y a soñar con que el mundo, a veces, conspira para que en cada lata de atún encontremos la pizca de-vida que necesitamos para continuar.




S.O.S: Gata mete patas hundiendo flotas.

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